viernes, 30 de julio de 2010

Dinámica de concepto, la raíz.

Cuando nos referimos a los animales hablamos de ellos con si de seres sin libertad se trataran, regidos por el instinto, ello les imposibilita la capacidad de elección y por ende la de la libertad.

Cuando hablamos de conductas deshumanizadas o inhumanas. ¿A qué nos estamos refiriendo? ¿A una pérdida de nociones humanas intrínsecas o a la adquisición de otras cualidades humanísticas más avanzadas? El ser humano y lo humano es una mezcla en equilibrio entre los vestigios de los ritmos naturales a los que estábamos unidos, el principio egoísta, el impulso acotado y los ritmos sociales. En estos tiempos la globalización ha catalizado un proceso de desequilibrio entre los ritmos naturales y los ritmos sociales, en al antigüedad antes de que los procesos de globalización comenzaran, el impulso estaba colectivizado, es decir, lo que se hacía de forma paralela al instinto era lo que se esperaba de ti dentro de tu comunidad (pequeña)y el ritmo cultural que la gobernaba.

Todo eso, como ya se ha dicho, ha cambiado, estando ahora dominados por un impuso acotado y no colectivo, que indirectamente lo está por el ritmo social, cada vez más global y menos individual o comunitario, perdiéndose así las singularidades sociorítmicas que forman una verdad comprometida y propia de los individuos, esa verdad que se acerca mucho a la costumbre. El ritmo social global tiende a humanizarnos y a distanciarse de una forma cada vez más acelerada de los ritmos primigenios, los naturales, acercándose más y más a los ritmos del mercado , esos de la nueva monosociedad del consumo, mercado creado por el hombre, mercado humano.

En el otro extremo se encuentra el ritmo natural, el impulso puro, lo deshumanizado, las verdades naturales, únicas y de supervivencia, perdemos ese instinto cada vez que nos “opiamos” con los nuevos ritmos globales.

¿Acaso el impulso natural es inferior al social? La respuesta es no, el impulso social no logrará las cotas de pragmatismo que tiene el impulso natural, adaptativo más allá del ser social, incorrupto e invariable( o es variable a una velocidad tan lenta, que es inapreciable), la deshumanización es la manera de alcanzar una comunión con la physis y lograr la felicidad natural, aquella en la que somos conscientes de lo vacuo de la razón, ese estado en el que podemos hacer nuestra verdad siendo conscientes de que esa verdad es ficticia y un mecanismo más para lo que es mejor para la vida.

El hombre (“yo” más persona) en inicio adoptó unos conceptos fundamentales para su supervivencia, estos con el paso del tiempo y el cese de la influencia total de los ritmos naturales e intromisión de los ritmos sociales, fue acumulándose y se convirtió en ideas dogmáticas, vestigio del hombre natural, lo que con la evolución del pensamiento se volvió un núcleo de condensación de concepto primigenio. El tiempo hizo de esas ideas-vestigio verdades, pueden llamarse Dios, ciencia o cábala, lo importante aquí es que el hombre pasa a ser un esclavo de esas ideas-vestigio, que no son verdades naturales, sino ideas sociales convertidas en falsas verdades. El “yo” es el resultado, unión entre las ideas y esas verdades (Dios). Las ideas nacen del concepto primigenio y las verdades de las ideas sociales obtenidas de los ritmos sociales. El concepto lo es todo y no depende de nada, aunque su asimilación y afinidad con el “yo” dependerá de las verdades de ese “yo”.
(Nota: Una idea es un concepto asimilado por el “yo”, siendo afín con las verdades propias del individuo)

La moral como conjunto de normas sociales se desintegra, ya que está basada en el compromiso, el que ha sido asesinado por el capitalismo y el conformismo intrínseco en él. Todos hemos sido embaucados por la satisfacción momentánea y no vinculativa (estamos en comunidad si nos beneficia, por lo que una relación desinteresada no nos satisface) dejando atrás la satisfacción perenne y vinculativa del compromiso, guiada por los ritmos naturales. Ahí reside, en la desaparición del compromiso y deterioro de la moral, la destrucción de nuestra verdad social por lo que nos sentimos confusos, necesitamos más y más la satisfacción momentánea capitalista, nuestro “yo” es inestable, por lo que estamos indefensos a los acelerados ritmos sociales, pagando a base de peculiaridades individuales una homogenización social en el ámbito desiderativo.

¿Cuál es la solución? Un nuevo orden, debemos deshacernos de esas verdades decadentes y crear otras nuevas, solo el hombre que es consciente de ello y deja atrás esos ideales arcaicos para mirar en sí mismo, en su individualidad o en la peculiaridad de su comunidad, encontrando allí las agonizantes verdades, ideas y conceptos naturales que lograrán que consiga la deshumanización plena y la libertad (menos perjudicial consigo) mismo.

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