Mc Farmly-Flurry
martes, 24 de agosto de 2010
Relojes Derretidos.
miércoles, 18 de agosto de 2010
El código de Hammurabi
Nunca quise ocultar, ni parecer que lo hacía, esas palabras que guardé en un saco y luego se hicieron hechos y esos hechos mejor en la penumbra, ya que la luz los podía descolorer. Pero no lo hacía por hacer, lo hacía sin querer, no me enseñaron a contar, y si lo hacía, por lo menos que no se viera. Y ahora, y ahora qué. Esa manera de sentir ha tapiado mi manera de explicar ese sentir, y a veces siento que estafo, que me estafo, pero recuerda...me enseñaste tú.
La lírica ya ha muerto, no sé porque piensas que aún te puedan entender con ella. Pero es lo que le queda al que piensa que es la manera de decir sin afirmar, para los que son señores del terreno de la duda, para los que prefieren crear, para los que tienden a la vida después de nacer muertos.
Una verborrea de palabras, esas letras derramadas en el más absurdo pozo de experiencias que mejor no ponerle nombre, por ello, gracias padre por enseñarme a olvidar rápido. Los secretos se ocultan, pero mejor que estén lejos, gracias al Señor, yo ya estoy curado de ellos, solo guardo esas experiencias incatalogadas.
Nunca podré explicarlo, y no pregunto, no pregunto, porque me han enseñado a guardar distancias que mejor que nunca hubiesen existido. Las distancias, que son necesarias para que los secretos queden en la sombra. Y lo que intento decirte es que mi sombra está vacía, pero la distancia me impide enseñarte que eso es así y ello lo que pueda expresar o derramar en palabras.
viernes, 30 de julio de 2010
FILOSOFÍA & CIENCIA
Filosofía y ciencia poseen una vinculación fraternal que las obliga ha evolucionar conjuntamente, pero siendo así ¿Podríamos predecir la evolución científica filosóficamente? Probablemente, siendo eso lo que se intentará en este breve análisis y su repercusión el Hombre.
Según la “Dinámica de concepto” una teoría propia, el Hombre es resultado de la relación íntima entre “yo” y “persona”, la última corresponde al total del concepto que manejamos (concepto de casa, verde o sal) que forman una corriente conceptual dinámica alrededor del “yo”. El “yo” se encuentra en el centro de la dinámica de concepto y es un punto de atracción para la corriente conceptual, de ese punto parte la confusión dinámica creando brazos que nos recuerdan a los de una galaxia, donde el núcleo atractivo es el “yo” y los numerosos brazos son los conceptos en movimiento. Esa galaxia de concepto al igual que el “yo” tiene forma de fractal, con la diferencia que el “yo” tiene una gran similitud con la forma de un glóbulo rojo, no siendo elíptico. El “yo” es social y producto de las circunstancias fundamentándose en una relación entre verdad (Llámese Dios, ciencia o demás) e ideología, esta última es resultado del dogmatismo en cuanto a ideas primigenias regidas por el principio egoísta del hombre, por lo que si creo que los inmigrantes son indeseables, es porque no me benefician, ya sea por creer que me quitarán el trabajo o me robarán, ¿Se puede cambiar esa idea? No, lo único que se puede hacer es contrarrestarla con un desarrollo de concepto en la persona, por ejemplo, amplificando el concepto de inmigrante (harán que nuestra economía funcione mejor y aumente el bienestar).
Todo el concepto que asimilamos ha de ser afín a nuestro “yo”, fragmentando el concepto que recibimos y solo haciéndonos con el que corresponda a nuestra verdad e ideología, este fragmento de concepto se unirá a su homólogo cualitativo que ya teníamos en nuestra corriente conceptual. Por lo tanto, el mismo concepto será distinto en cada persona, lo que nos imposibilita alcanzar certezas.
He aquí la cuestión científica, vista desde una perspectiva filosófica. La realidad está totalmente gobernada por leyes naturales, no existe el azar ni lo desórdenes, todo está determinado y si aparenta ser un caos es porque en el sistema intervienen infinitas leyes causales y acontecimientos que escapan a nuestra concepción. La ciencia pretende alcanzar unas leyes que sean tomadas por verdades y que ocupen el lugar de Dios (Nietzsche), pero ¿cómo piensa conseguir la ciencia una ley total? Eso es imposible y si posee alguna ley que así se considere, es falsa, basamos esas teorías en conceptos que no son puros como los naturales, sino que están humanizados, no contienen la información total para enunciar una ley total. La biología tiene el “dogma de la biología molecular” en cuanto a los procesos del ADN, atreviéndose a llamarlo como si de un mandamiento se tratara, imposibilitando la refutación y tomándolo como invariable. Las matemáticas, ciencia “perfecta”, posee axiomas indemostrables, que han de tratarse como dogmas, que contienen cierto error aunque sea ínfimo, pero ¿despreciable? La respuesta es no, ya Edward Lorenz en su teoría del caos, había detectado sistemas caóticos dentro mismo de las matemáticas, al advertir que pequeñas variaciones iniciales generaban grandes cambios en el resultado, leyes como la de la inercia de Newton basadas en cálculos matemáticos, solo pueden dar valores aproximados y nunca exactos. Con esto, las aspiraciones de verdad de la ciencia se desmoronan.
En este punto la ciencia solo puede evolucionar por dos caminos, el primero de ellos se sustenta en que la ciencia seguirá enunciando leyes que refuten las anteriores infinitamente, siendo incapaz de alcanzar nunca la tan deseada verdad, el segundo camino y no menos despreciable es el del estancamiento de la ciencia en hechos que no pueda explicar con sus leyes y por más que la investigación trabaje en solucionarlas, no podrán ser explicadas. Ambas vías determinan la necesidad de una reestructuración de la ciencia y un cambio de vía.
La solución teórica es clara, pero difícil de alcanzar, todo reside en la destrucción del “yo” para ser capaces de asimilar el concepto natural y puro, donde se encuentra la información total para formular leyes totales. Si pudiésemos alcanzar y contener el conocimiento universal humanizado, lograríamos la máxima del principio egoísta, porque al convertirnos en hombres no dependientes del conocimiento de los demás, todo beneficio vendría de nuestros propios actos y no de otros. En este punto nuestro “yo” social carece de sentido, ahora nosotros mismos somos la verdad y no otro ente, por ello el “yo” empieza a descondensarse y desaparecer. Pero, ¿Cómo alcanzaremos la verdad si solo tenemos concepto humanizado y no natural? El “yo” ha desaparecido y no existe ya la fragmentación por afinidad, por lo que recibiremos el concepto puro y natural del exterior de la dinámica de concepto y será un concepto dominante que propiciará el que desechemos los falibles conceptos humanizados, pudiendo así conocer las numerosas leyes que rigen el cosmos.
Otra cuestión y no menos fundamental, es la del cómo conseguir el conocimiento universal, para ello tiene solución paradójicamente la ciencia, se plantea una fusión entre la capacidad biológica de nuestro cerebro y la infinita capacidad de las máquinas de archivar y procesar conceptos. Raymond Kurzweil pionero en la nanotecnología afirma que para la década del 2030 ya existirán nanobots que interactúen con nuestras neuronas, actualmente existen nanobots por su 5º generación para tratar el párkinson y que actúan como sustituto de las neuronas dañadas. Esta tecnología fusionará mente y máquina, podrá desconectar nuestros sensores biológicos creando una ciber-realidad, podremos tener acceso a todo el concepto de la red. Nuestra personalidad no es más que una estructuración del concepto, seguiremos siendo los mismos alcanzando cotas de comprensión inimaginables actualmente, seremos concepto puro, entenderemos todos los mecanismos naturales, el conocimiento de las ciencias crecerá exponencialmente.
Cuando nos hablamos de conductas deshumanizadas o inhumanas. ¿A qué nos estamos refiriendo? ¿A una pérdida de nociones humanas intrínsecas o a la adquisición de otras cualidades humanísticas más avanzadas? Todo lo humano que simbolizaba el principio egoísta (odio, celos, envidia…), desaparecerá con el “yo” y también la categoría de Hombre o Ser Humano, nos convertiremos en el TODO, las relaciones sociales evolucionarán dejando atrás la subordinación de individuos o las relaciones de interés, nuestra individualidad hará que explotemos formas de relación extrasensoriales basadas en peculiaridades vinculativas de nosotros como TODO, transformando nuestra totalidad conjunta en un ritmo cósmico continuo de dinámica conceptual.
Con este análisis intento demostrar la íntima unión entre el pensamiento filosófico y la ciencia, que en “La Dinámica de Concepto” cobra su máximo sentido.
Dinámica de concepto, la raíz.
Cuando nos referimos a los animales hablamos de ellos con si de seres sin libertad se trataran, regidos por el instinto, ello les imposibilita la capacidad de elección y por ende la de la libertad.
Cuando hablamos de conductas deshumanizadas o inhumanas. ¿A qué nos estamos refiriendo? ¿A una pérdida de nociones humanas intrínsecas o a la adquisición de otras cualidades humanísticas más avanzadas? El ser humano y lo humano es una mezcla en equilibrio entre los vestigios de los ritmos naturales a los que estábamos unidos, el principio egoísta, el impulso acotado y los ritmos sociales. En estos tiempos la globalización ha catalizado un proceso de desequilibrio entre los ritmos naturales y los ritmos sociales, en al antigüedad antes de que los procesos de globalización comenzaran, el impulso estaba colectivizado, es decir, lo que se hacía de forma paralela al instinto era lo que se esperaba de ti dentro de tu comunidad (pequeña)y el ritmo cultural que la gobernaba.
Todo eso, como ya se ha dicho, ha cambiado, estando ahora dominados por un impuso acotado y no colectivo, que indirectamente lo está por el ritmo social, cada vez más global y menos individual o comunitario, perdiéndose así las singularidades sociorítmicas que forman una verdad comprometida y propia de los individuos, esa verdad que se acerca mucho a la costumbre. El ritmo social global tiende a humanizarnos y a distanciarse de una forma cada vez más acelerada de los ritmos primigenios, los naturales, acercándose más y más a los ritmos del mercado , esos de la nueva monosociedad del consumo, mercado creado por el hombre, mercado humano.
En el otro extremo se encuentra el ritmo natural, el impulso puro, lo deshumanizado, las verdades naturales, únicas y de supervivencia, perdemos ese instinto cada vez que nos “opiamos” con los nuevos ritmos globales.
¿Acaso el impulso natural es inferior al social? La respuesta es no, el impulso social no logrará las cotas de pragmatismo que tiene el impulso natural, adaptativo más allá del ser social, incorrupto e invariable( o es variable a una velocidad tan lenta, que es inapreciable), la deshumanización es la manera de alcanzar una comunión con la physis y lograr la felicidad natural, aquella en la que somos conscientes de lo vacuo de la razón, ese estado en el que podemos hacer nuestra verdad siendo conscientes de que esa verdad es ficticia y un mecanismo más para lo que es mejor para la vida.
El hombre (“yo” más persona) en inicio adoptó unos conceptos fundamentales para su supervivencia, estos con el paso del tiempo y el cese de la influencia total de los ritmos naturales e intromisión de los ritmos sociales, fue acumulándose y se convirtió en ideas dogmáticas, vestigio del hombre natural, lo que con la evolución del pensamiento se volvió un núcleo de condensación de concepto primigenio. El tiempo hizo de esas ideas-vestigio verdades, pueden llamarse Dios, ciencia o cábala, lo importante aquí es que el hombre pasa a ser un esclavo de esas ideas-vestigio, que no son verdades naturales, sino ideas sociales convertidas en falsas verdades. El “yo” es el resultado, unión entre las ideas y esas verdades (Dios). Las ideas nacen del concepto primigenio y las verdades de las ideas sociales obtenidas de los ritmos sociales. El concepto lo es todo y no depende de nada, aunque su asimilación y afinidad con el “yo” dependerá de las verdades de ese “yo”.
(Nota: Una idea es un concepto asimilado por el “yo”, siendo afín con las verdades propias del individuo)
La moral como conjunto de normas sociales se desintegra, ya que está basada en el compromiso, el que ha sido asesinado por el capitalismo y el conformismo intrínseco en él. Todos hemos sido embaucados por la satisfacción momentánea y no vinculativa (estamos en comunidad si nos beneficia, por lo que una relación desinteresada no nos satisface) dejando atrás la satisfacción perenne y vinculativa del compromiso, guiada por los ritmos naturales. Ahí reside, en la desaparición del compromiso y deterioro de la moral, la destrucción de nuestra verdad social por lo que nos sentimos confusos, necesitamos más y más la satisfacción momentánea capitalista, nuestro “yo” es inestable, por lo que estamos indefensos a los acelerados ritmos sociales, pagando a base de peculiaridades individuales una homogenización social en el ámbito desiderativo.
¿Cuál es la solución? Un nuevo orden, debemos deshacernos de esas verdades decadentes y crear otras nuevas, solo el hombre que es consciente de ello y deja atrás esos ideales arcaicos para mirar en sí mismo, en su individualidad o en la peculiaridad de su comunidad, encontrando allí las agonizantes verdades, ideas y conceptos naturales que lograrán que consiga la deshumanización plena y la libertad (menos perjudicial consigo) mismo.
Ritmos sociales- Dinámica de concepto
El ritmo social tiene su origen en el principio egoísta del hombre. Según el principio egoísta, el hombre es ser social porque le beneficia como individuo y hace que la tarea de mantenerse sea menos ardua, por lo que la comunidad es un instrumento artificial. Si yo trabajo en la oficina de correos es porque tengo por seguro que otra persona está trabajando en el campo para administrarme el alimento para mi sustento, de lo contrario, carecería de sentido trabajar en la oficina y mantener las relaciones que tengo para asegurar dicho puesto que sustentan a mi familia. Ahí es donde reside el ritmo social, en lo que se espera y en lo que se tiene que tener para todo, por ejemplo, del agricultor se espera que cultive y de mí que ordene documentos, pero también es necesario que yo tenga aquello que es “propio” de mi posición, como un coche, un traje, etc. Todo lo que esté fuera de eso no encaja en el “plan social”, si yo en vez de coche tuviera tractor y el agricultor en vez de tractor tuviese coche, ¿Seríamos oficinista y agricultor? Si nos ponemos en la piel de los susodichos, sí lo seríamos, pero para la sociedad no sería así, porque si lo fuera no te extrañaría ver a un oficinista en un tractor yendo a su trabajo. Muchos podrían afirmar que es la no costumbre la que les ha hecho pensar así, esa costumbre que crea verdades sociales que compartimos todos y viajan a través de los ritmos sociales, esas “verdades” que privan al hombre de la individualidad para colectivizarlo y humanizarlo.
Por tanto, lo que llamamos verdades ¿No se trata, en realidad, de unas costumbres generalizadas? Y si fueran costumbre, éstas… ¿Simplemente está legitimizadas por un “globalidad”? Y si la “globalidad” es la verdad hecha costumbre… ¿Es legítimo llamar libertad a la verdad? O la verdad cómo una imposibilitadora del libre albedrío de nosotros como individualidad.